El actual gobierno del Distrito Federal ha invertido, hasta el momento, 130 millones de pesos en desazolve y limpieza para sanear las 17 presas que administra, con el fin de evitar inundaciones graves en esta temporada de lluvias.
Tales vasos reguladores hoy están convertidos en deplorables depósitos clandestinos de basura, toda vez que ciudadanos tiran y arrojan, impunemente, todo tipo de desechos sólidos y líquidos.
Según el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACM), cada año se desalojan 260,000 toneladas de azolve de las presas ubicadas en el poniente de la ciudad: Tacubaya, Tarango, Becerra, entre otras.
Sin el debido flujo de esos vasos reguladores, el drenaje se saturaría en pocas horas con las lluvias, provocando siniestros y daños graves en colonias y vialidades en perjuicio de miles de personas.
Fueron construidas hace más de 50 años, cuando en sus alrededores no existían asentamientos humanos. Sin embargo, el crecimiento urbano desordenado y anárquico expone hoy otro grave problema: el de la basura en sus cauces, además del saneamiento de azolve en las presas.
Tirar basura y desperdicios en ríos, presas y vía pública es un factor potencial de inundaciones con terribles consecuencias para la salud, el patrimonio y el medio ambiente.
Datos del INEGI indican que en México se recolectan diariamente 86,343 toneladas de basura, generadas principalmente en viviendas, edificios, calles, avenidas y parques. De ese total, 19.7% se recolecta en el Distrito Federal, siendo la ciudad con más basura.
Tan sólo en temporada de lluvias se retiran a diario aproximadamente 60 toneladas de basura de rejillas del drenaje capitalino.
Educar, cumplir y sancionar
Es lamentable el severo atraso y la total incultura para conservar el medio ambiente. Los ordenamientos jurídicos son letra muerta; además, no están homologados y establecen sanciones diferenciadas. Pero lo más grave es que nadie sanciona a los infractores.
Por ejemplo, la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal establece multas por tirar basura de entre 10 a 150 días de salario mínimo; la Ley de Residuos Sólidos del DF, de 11 a 20 días de salario mínimo.
La Asamblea Legislativa debate iniciativas para perfeccionar estas normas. Esperemos que los legisladores enmienden los enormes vacíos legales y, una vez actualizadas, presionen para aplicar la ley sin excepción alguna.
Recientemente, Miguel Ángel Mancera hizo un llamado a los ciudadanos a no tirar basura en las calles ni presas, recordando que los desechos provocan 40% de la obstrucción de la red de drenaje.
Es correcto alertar y mejorar las plantas de bombeo, pero de nada servirán esas medidas sin leyes adecuadas, autoridades que supervisen su eficaz cumplimiento y campañas permanentes, bien dirigidas, de concientización ciudadana. Tirar basura es una falta; hacerlo en las calles, presas o ríos es un acto que no debe quedar impune. La salud, el patrimonio y el medio ambiente no son negociables.
Autoridades y ciudadanos en México no podemos ser ajenos a la realidad: la basura nos está llegando al cuello por incultura, impunidad y desdén.
Carlos Requena
El Economista | Derecho Reservado
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