¿Es importante el desarrollo sustentable para el gobierno de México? La realidad se impone y se muestra desastrosa en materia de sustentabilidad. Iniciar reformas o promulgar leyes es insuficiente, pues la calidad de vida de los habitantes continúa deteriorándose, a pesar de las recomendaciones concluyentes de los innumerables foros de discusión -nacionales e internacionales- que demuestran que el crecimiento económico depende de la protección del medio ambiente.
Imaginemos una eventual coordinación interinstitucional entre Ildefonso Guajardo, secretario de Economía; Juan José Guerra Abud, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales; Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, y Luis Videgaray, secretario de Hacienda.
Tomemos como ejemplo la próxima encuesta para definir la Estrategia Nacional de Educación Ambiental para la Sustentabilidad, cuyos resultados permitirán explorar los intereses y necesidades sociales para el rediseño de políticas públicas que fortalezcan los procesos de educación, capacitación, comunicación y toma de decisiones ambientales. Contrastemos dicha estrategia con la reforma educativa nacional que, supuestamente, considera a la educación como un derecho sustantivo de la niñez, “diseñada para proteger el interés superior de los menores y revalorar el papel de los docentes y su profesionalización”. Todo ello, enmarcado por el desolador entorno económico.
El desarrollo sustentable se basa en los principios de justicia intrageneracional, justicia intergeneracional, conservación de la biodiversidad e interespecies.
Christian Meade Hervert comparte que el principio de justicia intrageneracional, inmerso en la dimensión social de desarrollo sustentable, es la equidad entre los habitantes de la tierra en un mismo tiempo y representa la preocupación por las clases desfavorecidas y discriminadas por el sistema económico-social prevaleciente.
La justicia intergeneracional es la equidad entre las generaciones presentes y futuras, implica que las actuales deben asegurar el mantenimiento de la diversidad y productividad del medio ambiente para beneficio de las futuras. Vista así, la conservación de la biodiversidad es fundamental para la existencia de vida en el planeta. Es insoslayable para la supervivencia de la especie humana y el desarrollo económico, en función de su valor intrínseco para el consumo y la producción.
La justicia de interespecies incorpora el factor no humano e implica que las especies deben ser protegidas no sólo para satisfacer necesidades humanas, sino por el hecho de ser partes integrantes del medio ambiente. Supone un equilibrio entre los derechos de las especies por sí mismas.
Reforma energética, la clave
El desarrollo sustentable reconoce el valor intrínseco del medio ambiente como parámetro de desarrollo económico y social, pero hoy sufrimos desorientación legislativa, al no considerar la estrecha relación entre las variables medioambientales, sociales y económicas, aunado a una deficiente planeación, diseño y falta de coordinación de políticas públicas.
Es necesario un cambio radical en los estilos de vida y políticas de desarrollo para alcanzar una verdadera eficiencia económica, pero basada en la educación y cuidado del medio ambiente.
Los retos siguen siendo los mecanismos de financiamiento, el desarrollo de capacidades en materia de cambio climático, responsabilidad social corporativa y administración de recursos naturales.
Es crucial una reforma energética pero erradicando la corrupción en instituciones clave del desarrollo, como Pemex, CFE y otros organismos. Lo cierto es que el estado de incertidumbre política provoca un México, hasta hoy, insustentable.
Carlos Requena
El Economista | Derecho Reservado