Las arquías son formas de gobierno donde la dinastía, el clan, la tribu o el abolengo familiar es lo único dominante para proyectar y dirigir el régimen específico de gobierno en el Estado.
Hoy toca reflexionar sobre las arquías. Para ello habremos de recordar algunos aspectos básicos de la Ciencia Política y la Teoría del Estado. Evidentemente existen muchas clasificaciones para identificar las formas de gobierno. Una de ellas sirve para distinguir entre las denominadas “arquías” y las “cracias”, respectivamente.
Las arquías son formas de gobierno donde la dinastía, el clan, la tribu o el abolengo familiar es lo único dominante para proyectar y dirigir el régimen específico de gobierno en el Estado. En estos casos la familia trasciende del campo privado al campo político. Un ejemplo característico durante los siglos 16 y 17 fueron las Monarquías como entonces formas de gobierno. En las arquías lo importante para el ejercicio del poder es la dimensión legítima del gobernante. En estos casos se privilegia una especie de legitimidad para “heredar el poder”.
Totalmente diferentes son las cracias. En estas formas de gobierno el actor político es el mero individuo. El ejemplo característico lo provocó la Revolución Francesa donde un conjunto de individuos reclamaron ser gobernados por otros individuos. Privilegiando la fuerza de la ley o legalidad para la sucesión del poder.
Las arquías tienen muchas formas de ejercitar el poder. Algunas de sus representaciones más comunes son la Monarquía Absoluta, la Monarquía Constitucional, el Despotismo Ilustrado, la Dictadura y la Oligarquía. Nótese que en estos modelos la legitimidad en la herencia del poder o razón para gobernar se basa exclusivamente en la familia, en los vínculos o sentimientos de familia.
Pero un elemento fundamental es cómo y a quién le rinden cuentas las “arquías”. Las Monarquías Absolutas del pasado estaban exentas de rendir cuentas, pues su estrategia fue que no existieran factores de poder que se les opusieran. En el Despotismo Ilustrado solo se rendía cuentas a una supuesta ética de la Razón. La Monarquía Constitucional le rinde cuentas a las Cortes, al Parlamento o al Congreso, como fue el caso de Fernando VII ante las Cortés de Cádiz. Hoy existen Monarquías Constitucionales Moderadas, casi extintas, donde se distingue entre el Jefe de Estado (el rey) y el Jefe de Gobierno (el primer ministro).
La Dictadura evoluciona
Sin embargo, la Dictadura es una poderosa y actual forma de gobierno propia de las arquías, la cual ha sabido adaptarse a los tiempos presentes. Su razón de gobernar (arquía) no es propiamente la familia, sino el “grupo político” al que pertenecen con más profunda lealtad y vínculos de complicidad que respecto de la propia familia, pero resignando el dominio del poder para ser ejercido por una sola persona o Dictador. Recordemos que en la antigua Roma, el Dictador ejercía el poder aprovechando momentos de inestabilidad o de inseguridad pública e incluso guerras. Las dictaduras, a su vez, también tienen sus distintas formas de representación y ejercicio del poder absoluto.
Por ejemplo, la Dictadura Comisarial o Heterofacultativa donde el Dictador ejerce el poder por virtud de una comisión, o se le faculta para ello. Supuestamente al terminar o lograrse los objetivos la comisión se suspende. Es una forma dictatorial o facultad extraordinaria temporal, pues posteriormente se recobran las facultades ordinarias para gobernar. Pero las tentaciones, gracias a la ambición, generalmente provocan que lo temporal se haga permanente. Es decir, se hace todo lo posible para que aquellas facultades extraordinarias se mantengan permanentemente.
En el caso de la Dictadura Autofacultativa o Autocrática quien ejerce el poder político (soberano) de manera absoluta y unipersonal, lo hace en razón de “su voluntad o capricho”. Hay quienes afirman que Fidel Castro, en Cuba, fue un ejemplo de dictadura comisarial convertida en autocrática. Este modelo suele devenir en tiranía dando lugar al Tirano, siempre que ejerza el poder sin promover la justicia ni el bien común, sino solo el poder absoluto para sí y sus leales, fuera del marco de la ley. Todo Tirano es Dictador, pero no todo Dictador es Tirano. Por ejemplo, muchos afirman que Francisco Franco en la otrora España fue Dictador, sin tiranía. Se dice que él logró cierto desarrollo en España pero no convocó a elecciones ni permitió la opinión intelectual
Oligarquía dominante
La Oligarquía también es una forma de gobierno propia de las arquías. El término oligos refiere a “unos pocos”. En el lenguaje político actual tiene un significado peyorativo por las consecuencias de la ambición irracional que ha demostrado. La vía para acceder al poder oligárquico es la mera pertenencia a un estrato social o político concreto y dominante, sin importar la capacidad individual.
Son muchas y muy diversas las causas del surgimiento de la Oligarquía. Por ejemplo, cuando hay asambleas o congresos legislativos con escasa organización en su estructura, que son aprovechados por grupos, movimientos o partidos con íntima cohesión por el hecho de ser únicos o dominantes en la escena política. También cuando hay complicidades en ideologías radicales, fanatismos o creencias metareligiosas o antropolótigicas, las cuales implican profunda influencia recíproca como fuente de cohesión y unidad de esos pocos.
Ante todos estos fenómenos políticos es crucial advertir la justificación del Estado y, sobre todo, identificar las intenciones o propósitos del grupo, de los muy pocos, en el poder. El riesgo es que los objetivos y fines del Estado suelen ser sustituidas por los del Dictador o grupo oligarca. De ahí la importancia del sentido o significado del hombre que tengan, del sentido o significado del poder que detenten, y del sentido y significado de la vida misma. Los Dictadores y Tiranos tarde o temprano caen, pero los daños inmensos que provocan son generalmente irreparables.
Fuente: Forbes México – Lee aquí el artículo original