Todos conocemos algún caso de bullying o acoso escolar. Esa forma de tortura o sometimiento al maltrato infantil y juvenil. Respecto de sus causas multifactoriales y efectos abundan discusiones interminables, pero gobiernos y sociedad son cómplices de la imitación indiscriminada de la violencia, convirtiendo lo humano en insensible.
En algunos estados del país surgen leyes para la promoción de la convivencia libre de violencia en el entorno escolar o leyes antibullying. Sin embargo existen, escuela por escuela, infinidad de casos de maltrato, intimidación y discriminación entre estudiantes, donde madres y padres discuten con profesores y personal docente, echándose la bolita, sobre dónde surge o radica el problema, mientras millones de niños asisten a su escuela atemorizados.
Padres de familia, organizados o no, son víctimas también de las relaciones de dominación-sumisión que sufren sus hijos con sus compañeros.
Muchos estudiantes-acosadores son protegidos por sus propios padres o tutores, a sabiendas de que acosan constantemente a otros estudiantes.
Se multiplica así la violencia física, verbal, sexual, psicoemocional o por medios tecnológicos como Internet, causándose afectaciones en la salud, bajo rendimiento escolar, ansiedad, depresión, inseguridad, baja autoestima, pensamientos suicidas, peligro a la integridad física y mental, incluso, a la vida.
Preocupan mucho los señalamientos del secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, quien reconoce que lamentablemente los casos de bullying en México son problemas que están ahí, en el mapa geográfico escolar, pero no se cuenta con una estadística puntual del crecimiento, pues se descentralizó la educación y la SEP no recibe información de escuelas de los estados.
Entonces, ¿cómo pretenden poner en marcha un eficiente programa piloto para prevenir y combatir tales acosos escolares?
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), presidida por Raúl Plascencia, denunció que el bullying entre estudiantes ha aumentado y el grado de violencia se ha intensificado. Consideró que hay una lenta respuesta de las autoridades educativas y criticó que no se hayan tomado medidas para evitarlo.
CAMPEONES EN BULLYING
México ocupa el primer lugar internacional de bullying en educación básica afectando a 18 millones 781 mil 875 alumnos de primaria y secundaria –escuelas públicas como privadas-, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Este genocidio educativo se agrava por la mala calidad educativa y los severos efectos del acoso escolar. Pero no se trata solo de enfocar cifras interminables, sino de personas presentes y futuras, porque el progreso, las leyes y el bienestar los generan mujeres y hombres que fueron infantes.
El personal docente, directivos escolares, estudiantes, autoridades, medios de comunicación, padres de familia o tutores, son una misma humanidad y comparten las mismas responsabilidades ante el fenómeno tan complejo de la violencia.
A pesar de modelos únicos de atención integral o protocolos antibullying, es muy distinto tratar de educar que estar verdaderamente capacitados para identificar esta problemática escolar, sus causas, efectos y riesgos; determinar prioridades; saber orientar; hacer oportuno acompañamiento físico o psicológico; dar seguimiento y optar por la correcta intervención para solucionar el problema y fomentar una cultura de paz escolar.