Este año 2015 que nos disponemos a despedir ha tenido, como todos, luces y sombras, retos y logros; sin embargo, por muchas razones hizo especial historia y abrió de par en par un gran portón hacia nuevas circunstancias.
Particularmente en México, mucho de lo acontecido hizo honor al Año del Generalísimo José María Morelos y Pavón, el padre de los Sentimientos de la Nación (Chilpancingo, 1813), que siguen señalando directrices y nos recuerdan uno que otro pendiente en nuestra República. La soberanía que dimana del pueblo, la división de poderes, el combate a la desigualdad social, la proscripción de formas de opresión y la lealtad a la Patria destacados en su texto se mantienen como misiones fundamentales y se vinculan estrechamente con relevantes tareas contemporáneas.
Este año, las reformas estructurales marcaron agenda. Luego de su aprobación, inercias e intereses afectados amenazaron la implementación de los cambios constitucionales. Por ello, tendríamos que celebrar ahora la aplicación de la evaluación docente en todo el país, incluidos los estados conflictivos y, en materia de energía, la maduración de la Ronda Uno con una asignación total de contratos en la más reciente licitación. También habría que destacar la reforma penal que avanza hacia su plazo definitivo, las acciones en favor de la transparencia y el capítulo escrito en la capital de la República con la aprobación de la reforma en el Congreso que convierte al DF en el estado 32 y le otorga una Constitución, entre otros muchos cambios.
En el terreno político-electoral, los resultados inéditos de los comicios intermedios fueron lapidarios: exhibieron la falta de compromiso de los partidos políticos y se tornaron oportunidad idónea para que los ciudadanos cobraran la factura a través de las candidaturas independientes.
Durante este periodo, México también tuvo que encender varios focos rojos, entre ellos uno en el Penal de Almoloya y, en general, en todo el sistema penitenciario nacional. También hubo alerta en el campo de la economía. En un terreno enfangado por la caída de los precios del petróleo y la depreciación de la moneda, las autoridades prueban fuerzas entre los inevitables efectos de la turbulencia internacional y la macroestabilidad conseguida con reservas, ajustes preventivos y una inflación bajo control hasta ahora.
2016, LOS DESAFÍOS
La estafeta para el 2016 es un pergamino de retos y un paquete de tinteros saturados que exigen cuatro condiciones: legalidad, transparencia, seguridad y estrategias inteligentes. Las elecciones en 16 estados, el arranque de la carrera presidencial, la entera implementación de la reforma penal que habrá de cambiar el rostro de la justicia nacional, y el combate a la corrupción y a la impunidad son grandes misiones que sólo podrán cumplirse con la colaboración de todos los actores sociales. Con gobernanza, en pocas palabras.
Mi propuesta para el 2016 es que sigamos honrando al Siervo de la Nación y a sus sabias palabras: “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto”. ¡Muy feliz Año Nuevo!