En el intento de sortear los desafíos urgentes de la economía y la política, perdimos el rumbo del progreso junto con su brújula más precisa: la educación. No conformes con descarrilarla, la abandonamos a intereses sectarios y desentendidos de su misión.
La educación en México se volvió moneda de cambio de escaso valor. Privilegios ruines, operadores mezquinos, evaluaciones eludidas, “aviadores” mantenidos y salarios insultantes… Abandonamos el aprendizaje formativo provocando graves daños a millones de niños y jóvenes, quienes pagan los platos rotos.
La reforma educativa, siempre urgente y relevante, cacaraqueada y prometida, no resulta efectiva con la quieta letra en la Constitución. Sin decisión firme y acción vigorosa su implementación se seguirá tirando al vacío.
La llegada de Aurelio Nuño a la SEP, más allá de la promoción del influyente jefe de la Oficina de la Presidencia, marcó desde agosto del 2015 un parteaguas en el proceso reformador educativo. El licenciado en Ciencia Política con maestría en Oxford llegó con la espada desenvainada a cumplir el mandato constitucional impulsado por el presidente y el Pacto por México.
En semanas recorrió el país, habló con maestros, padres, estudiantes y autoridades locales. Abrió la puerta del diálogo sin permitir chantajes. Negoció lo poco que había que negociar y consumó lo mucho que había que rematar. Sus objetivos son claros: concretar la transformación del sistema educativo dando cumplimiento a las leyes secundarias con el servicio profesional, la evaluación y capacitación docente y el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (Planea); programa criticable pero ideado para mejorar infraestructura, calendario escolar, planes de becas y suspender pagos a maestros con comisión sindical en sus horarios de trabajo.
Nuño demostró una convicción que ya había asomado en una entrevista al diario El País en diciembre del 2014 a propósito del caso Ayotzinapa: “No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas (…) No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.
ONDA EXPANSIVA
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación respaldó a Nuño para que Planea se realice cada dos años. Entre metodologías experimentales y presupuestos limitados, confían en que el vigor a la reforma educativa está contribuyendo a liberar a la Ciudad de México y a otras plazas del país de los captores de la CNTE. El titular de la SEP sabe que no se le premiará por sus esfuerzos, sino por los resultados. Deberá rendir cuentas a nivel nacional con resultados confiables en términos estadísticos.
Como en toda reforma, el resultado final lo determinará la verdadera y expansiva comprensión del problema. Tal revolución en la educación requiere una mudanza psicosocial y política. Para muchos ciudadanos, la propia idea de solución es ya un error… Se necesita una autocrítica de la propia incompetencia para hacer compatible a la política con la educación efectiva.