¡Los gorilas andan sueltos! Muchos de estos especímenes, nada civilizados, nada educados, deambulan por todo México mostrando actitudes salvajes y reactivas a la menor provocación. Son animales humanos sin control sobre sus emociones; son amantes de ir respirando el escape de los autos de sus jefes. La divergencia entre este linaje neandertal y el del hombre actual (Homo sapiens) es que aquellos primates no respetan nada ni a nadie.
Uno de los casos más recientes, conocido gracias a un video difundido en redes sociales, es el de la golpiza que sufrió un conductor de Uber a manos de uno de estos primates disfrazados de guaruras, cuidadores de un automóvil marca Ferrari. Casos similares hay por doquier de ciudadanas y ciudadanos atemorizados, vejados e injustamente lesionados. Ahí están los innumerables conductores que se atreven a reclamar o quejarse por las prepotencias, amagos o daños en sus retrovisores cuando los flamantes autos-escolta abren paso a sus jefes. Como resultado, tales ciudadanos terminan amenazados, lesionados, con tiros de arma de fuego o enviados al hospital.
En la colonia Juárez CDMX, hace pocos días, otro pseudoescolta agredió a dos policías que colocaban un inmovilizador en su camioneta estacionada en doble fila, como lo muestra el video difundido por el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México. También sigue fresca la agresión al City Manager de la Delegación Miguel Hidalgo. Todos estos casos son apenas algunas expresiones cotidianas de la herida más profunda de México: la total impunidad y prepotencia. Pero también son evidencia de un grave vacío legal pues, a sabiendas de que muchos de estos gorilas andan sueltos, seguimos sin regulación eficaz, sin esquemas de capacitación, sin certificación, sin supervisión. Se desconoce quiénes son, cuántos son, a quién cuidan y con qué métodos o indicaciones lo hacen. A nivel nacional, no hay forma de distinguir entre escoltas oficiales o privados, guarros, guardaespaldas o delincuentes.
En octubre pasado, en la columna “Reyes de la impunidad” publicada en este mismo espacio, destacamos la urgencia de ir más allá de una Ley Federal de Seguridad Privada y un reglamento que ni siquiera considera el término escolta, con el fin de regular a las empresas de seguridad y, especialmente, a las personas físicas que prestan tales servicios.
Coordinación a la vista
Hay señales de interés para enfrentar el problema. El jefe de Gobierno de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, ha venido señalando que su gobierno se meterá en serio en este asunto y que ya se trabaja en una reforma legislativa, la cual deberá coordinarse con el gobierno federal para controlar la actividad de estos guardias e integrar registros de nombres, empleadores, armas y vehículos utilizados. Estos vehículos escolta deben ser balizados y empacados en forma especial para distinguirlos y evitar confusiones.
La estrategia, para ser eficaz, debe implementarse a escala nacional. Confiamos en que Miguel Ángel Osorio, secretario de Gobernación, tenderá un cerco para regular esta actividad en el país, en coordinación con Renato Sales, comisionado nacional de Seguridad, quienes están obligados a brindar certidumbre para evitar peligrosos gorilas infiltrados y casos como #LordMeLaPelas.
Leyes para tu Bien ®
Twitter: @requena_cr