La evolución es un proceso esencial de la vida en el planeta. Según los científicos, gracias a ella y al paso de más de 3,500 millones de años, un ente original llamado LUCA (último antepasado común universal, por sus siglas en inglés) originó la impresionante biodiversidad que hoy tenemos en la Tierra. Todas las especies, incluida la humana, son reflejo de una larga e inacabada transformación que ha sido estudiada por evolucionistas y genetistas. Tal evolución es consustancial a nuestro origen y a nuestro destino.

Sin embargo, muchos grandes avances y desafíos no provienen de la naturaleza. Hay nuevas visiones de la tecnología que ya no solo buscan resolver discapacidades orgánicas, sino ofrecer habilidades extraordinarias a cualquier persona: conexiones cerebrales que aceleran reacciones, medicamentos y equipamientos para mejorar rendimientos físicos y mentales, diseños genéticos 3D para replicar órganos, clonaciones, fertilizaciones en laboratorios, y prótesis de última generación que garantizan desempeños supra humanos con robótica avanzada.

¿Qué sucede cuando el ser humano usa la inteligencia que lo distingue de los demás seres vivos para programar y controlar su propia transformación genética? Los fantasiosos talentos y habilidades de Steve Austin, el hombre nuclear, o Jaimie Sommers, la mujer biónica, de las populares series televisivas de los años 70, están próximos a ser una realidad. El planeta Tierra le quedó pequeño a la humanidad y, además de deteriorarlo demasiado, la idea de “equipar o transformar” al organismo humano para viajar, sobrevivir y vivir en otras atmósferas o planetas está siendo tomada muy en serio.

México no es ajeno a esta tendencia, a pesar de estar muy rezagado. El secretario de Salud, José Narro ha insistido en que, en salud, ciencia y tecnología, nuestro país tiene que pensar en grande. Nosotros añadimos, cierto, porque el pensamiento siempre precede a la acción. Ahí están el Consorcio Nacional de Investigación en Medicina Traslacional e Innovación y, recientemente, en el Foro Retos en Innovación, salud y cáncer, el director del Instituto Nacional de Medicina Genómica, Xavier Soberón confirmó la seriedad que se otorga al tema del genoma humano por su capacidad de evitar enfermedades en las siguientes generaciones. Adviértase que ya estamos en una nueva dimensión donde la “selección natural” se integra con la “selección artificial” ante la biotecnología.

Como claramente lo destaca Juan Enríquez en una conferencia TED, en cierta medida el ser humano se está haciendo cargo de su propia evolución; y esto incluye el cuerpo, el cerebro y quizá hasta la conciencia. Tan asombroso como aterrador: el organismo humano ya empezó su proceso de transformación para enfrentar nuevos desafíos más allá del planeta Tierra; y el debate ético-moral sobre lo que se puede y lo que se debe, está confrontado.

INVOLUCIÓN POLÍTICA

Y si de renovar o transformar la especie se trata, en los albores del proceso electoral 2018, no puedo evitar ilusionarme con la idea de lograr políticos y gobernantes mexicanos más “evolucionados”, con códigos genéticos que permita injertarles talentos y habilidades de honestidad, sincera dedicación y sentido común. La biotecnología bien podría auxiliarlos para que adoptaran una sana mudanza psico-cognitiva.


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