Debemos atender la profunda y grave crisis legalidad, principalmente con Pasión, pero comprendiendo la dimensión, el contexto y la finalidad de lo que hacemos.
La Comisión de Derecho Penal de la BMA, por primera vez en su historia, convocó formalmente a todos y cada uno de los coordinadores anteriores: Jesús Zamora Pierce, Eduardo Luengo Creel, Adolfo Aguilar y Quevedo (finado), Fernando García Cordero, Rafael Heredia Rubio, José Luis Izunza Espinosa, Luis Madrigal Pereyra, Julio Antonio Hernández Pliego y Francisco Riquelme Gallardo.
Como resultado de la convocatoria se sostuvo una provechosa reunión en la que se compartieron, además del pan y el vino, importantes experiencias, puntos de vista respecto de la situación actual del Derecho Penal y, esencialmente, valiosas anécdotas; todas dignas de recordar.
Como actual coordinador de la Comisión, estoy consciente de la necesidad de explorar nuevas vías de acción gremiales para discutir, con rigor científico y evaluación practica, la importante Reforma Constitucional de Seguridad y Justicia Penal, y su trascendente implementación procesal.
Respecto de estos cambios normativos, el Estado Mexicano esta obligado a realizar un enorme y eficaz esfuerzo que resulte en beneficio de todas las estructuras sociales del país, sin excepción.
Quizá no hemos calibrado aún lo que en verdad nos espera con tal Reforma y su implementación, ni se han previsto cuán graves y duraderas serán las secuelas de la crisis de nuestro sistema de justicia penal, cuya aplicación, a fin de cuentas, seguirá dependiendo de la integridad y capacidad de hombres de carne y hueso, con debilidades y fortalezas. La incertidumbre es justificada, pero no nos exime de comprender, apoyar, exigir y mantener elevada nuestra expectativa.
Como penalistas mexicanos, ¿somos, en alguna medida, responsables de coadyuvar para ensanchar las oportunidades reales de justicia? ¿Nuestras capacidades profesionales y gremiales deben influir, a manera de acción colectiva, para revitalizar el sistema jurídico penal? ¿De dónde emanan los temores a la certificación y colegiación obligatoria? ¿Podremos animarnos a ir mas allá de nuestro propio interés individual en el ejercicio de nuestra celosa profesión?
Considero que uno de los mayores retos es atender la profunda y grave crisis de legalidad, en toda la extensión de la palabra, auspiciada por la insuperable condición humana de muchos interlocutores y sujetos intervinientes que siempre anteponen sus intereses individuales, como si fueran éstos los únicos existentes.
El ejercicio de nuestra profesión, como abogados penalistas, nos exige mantener hoy una clara Visión, Objetivos concretos, Adaptabilidad inteligente, elevado Sentido Común, constante Innovación y Creatividad; pero, principalmente, Pasión razonada por lo que hacemos, comprendiendo la dimensión, contexto y finalidad de nuestra actividad, coadyuvando para lograr una mejor convivencia jurídico-social.
Sirva la presente publicación como homenaje a este primer y formal encuentro de ex coordinadores de la Comisión de Derecho Penal de la BMA, quienes agradecemos al Consejo Editorial de nuestra Revista.