Abogados, atención. Si midiéramos con calor qué tan atractiva es una economía, podríamos decir que México está en brasas.
Si por fin se alinean las estrellas, que otra vez están en el Congreso, podríamos ver fuego pronto.
Si la llama prende, algo de lo que podría pasar según la gente de Kerma Partners, es que veamos un montón de compras, fusiones y adquisiciones de empresas mexicanas. Asunto que para los juristas debería ser como ingredientes gourmet listos para cocinar y luego devorar.
¿No conoce a los de Kerma Partners? La firma nació en 2007. Tienen oficinas en Londres, Munich, Nueva York, Milán y Zurich. A México llegaron en 2011 y por ellos da la cara Leopoldo Hernández Romano.
Digamos que es una empresa lubricante. Una vez que amarran contrato, se meten a las venas de la organización y consiguen que todo fluya para generar más dinero.
Últimamente se concentraron en hacerlo en despachos de abogados nacionales que, al final, son empresas.
Ya presumen como clientes a Basham Ringe y Correa, Requena Abogados, Sánchez Devanny Eseverri y White and Case.
Pero algo notaron los de Kerma. Los abogados mexicanos nomás no figuran en las operaciones de grandes fusiones empresariales. Con cada uno de los siguientes casos imagine un montón de dinero que no cayó en el País. Se fue por la ventana.
Cuando vendió a AB Inbev, Grupo Modelo fue asesorado por Greenberg Traurig. Cuando Femsa vendió su cerveza a Heineken, a la regiomontana le ayudó Cleary Gottlieb Steen & Hamilton. Los de IMSA, cuando vendieron a Ternium, se apoyaron en Sullivan & Cromwell, el campeón en operaciones de este tipo en Latinoamérica.
¿Y los mexicanos? Se quedan con las transacciones pequeñas. Creel, García Cuéllar, Aiza y Enríquez es el que más destaca y apenas pelea un 3 por ciento del mercado en Latinoamérica. Los demás despachos nacionales no alcanzan un punto porcentual del pastel.
Los de Kerma dicen que están listos para entrenar, lo que quieren son prospectos de campeón.
Fuente:
Periódico Reforma, sección Capitanes.