Se imagina usted una Cumbre Global de Alcaldes de las ciudades más importantes del mundo, cuya coordinación y poder sea más efectivo que el de los jefes de Estado? Esta tesis vislumbra Benjamin Barber, quien explora soluciones para sistemas disfuncionales y parálisis política, al sostener que el futuro del mundo reside en los alcaldes.
Barber asegura que la democracia está debilitada y es cada vez más intrascendente para tomar decisiones frente a pandemias globales, problemas transfronterizos o transnacionales: medio ambiente, VIH, mercados, inmigración, terrorismo, etcétera.
El siglo XXI está marcado por complejos temas interdependientes. No hay soluciones con base en la política tradicional e instituciones diseñadas hace 400 años, como los estados-nación, supuestamente soberanos, con jurisdicción y territorios limitados.
Hay lamentable asimetría entre los nuevos retos y las arcaicas instituciones políticas, cada vez más disfuncionales.
Propone cambiar el enfoque, dejando de hablar de estados-nación, para hablar de ciudades. De esos lugares donde nacieron civilización y cultura. Espacios para conformar democracias y, al mismo tiempo, donde algunos quieren arrebatarnos la libertad. En las ciudades nos proclamamos ciudadanos o habitantes con derechos y obligaciones. Las ciudades no sólo son instituciones antiguas, sino son más perdurables porque sobreviven a las épocas.
Hoy, más de 50% de la población mundial vive en ciudades, y en el mundo desarrollado supone 78 por ciento. Viven tres de cada cuatro personas en ciudades o centros urbanos como ejes del poder. Aristóteles dijo que el hombre es un animal político, Barber dice que somos animales urbanos.
Los estados-nación son incapaces de gobernar al mundo globalizado y no responden a los retos globales, como el cambio climático. Es momento -dice- de que los alcaldes gobiernen al mundo en un nuevo orden mundial.
Aunque, en realidad, ya lo hacen. Abundan ejemplos interurbanos, transfronterizos, redes de ciudades trabajando en temas de cambio climático, seguridad, inmigración, movilidad, etcétera.
El Pacto de la Ciudad de México incluye, hasta hoy, 290 ciudades firmantes que comparten las mejores prácticas urbanas y sus alcaldes asumen roles cada vez más importantes.
¿Por qué las ciudades son especiales? Barber explica que los alcaldes son muy distintos a los presidentes y primeros ministros. Alcaldes y presidentes son los extremos opuestos del espectro político. Para ser Primer Ministro o Presidente necesitas saber cómo funcionan las cosas y tener liderazgo.
Los alcaldes deben ser pragmáticos sociales y dominar el managment para solucionar problemas y hacer funcionar las cosas.
Globalizar democracia o democratizar globalización.
Políticamente, vivimos en un mundo de fronteras, en el que muchos estados-nación se niegan a colaborar. Sin embargo, existen enfermedades, economías, cambios climáticos, tecnologías, educación, terrorismo y guerras, sin fronteras.
Barber explica que la democracia global y la solución a estos problemas, no pasan por los estados-nación, sino por las ciudades. La democracia nació en las antiguas polis y está convencido de que las transformaciones actuales nacen desde la urbe a la cosmópolis. La Liga de Naciones o Naciones Unidas ya no funciona, y serán las Ciudades Unidas o Cumbre Mundial de Alcaldes el verdadero parlamento global en favor de los ciudadanos.
Carlos Requena
Derecho Reservado – El Economista
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