Cada día, delincuencia e impunidad dejan su imborrable huella en la vida de los mexicanos. Afligidos y ofendidos, mujeres y hombres de todos los rincones de México pierden su sentido de justicia, convirtiéndola en uno de sus más grandes anhelos, quizá el mayor de todos. Esta aspiración pone enorme peso en los hombros de los encargados de procurarla y administrarla. Sin exagerar, la carga es terriblemente compleja y está llena de desafíos.
El Consejo de la Judicatura Federal debe seleccionar a 50 jueces de Distrito especializados en el nuevo sistema penal acusatorio que entrará en vigor en el 2016 y a otros jueces de Distrito de competencia mixta. En los exámenes recientes, sólo uno de cada tres aspirantes a jueces orales fue aceptado. Y es que se trata de funciones cruciales que demandan altísimas capacidades y habilidades humanas, sabedores de que el Derecho -como sistema de normas- es insuficiente, por sí mismo, para generar condiciones de justicia.
Los profesionales del Derecho cuentan con el Instituto de la Judicatura Federal que, bajo la dirección del magistrado Julio César Vázquez-Mellado, realiza una invaluable labor formativa y de actualización. Pero también es una realidad que los descomunales retos ubican a los jueces y magistrados mexicanos en el ojo del huracán, exigiéndoles no solamente talento, experiencia y preparación, sino valor, principios firmes, imparcialidad y compromiso inalterable con la justicia y los derechos humanos. Equivocados están quienes asuman que sólo se trata de “capacitación”, pues la importancia radica en su “formación” para dotarlos de criterio y conciencia.
Los impartidores de justicia no son inmunes a tensiones en todos los flancos, desde las que tienen que ver con infraestructura y recursos hasta las vinculadas a cargas de trabajo, estrés, ambiciones, tentaciones y presiones diversas. Algunos jueces y magistrados reconocen la existencia de una especie de bullying proveniente de sus propios tribunales superiores o supremos y de los poderes ejecutivos, a través de las judicaturas. En defensa propia, un grupo de juzgadores de los poderes judiciales locales y del federal, crearon una asociación inédita a la que llamaron Proiudix, para apoyar a jueces y magistrados perseguidos. La iniciativa es promovida por el magistrado en retiro, Gonzalo Vergara Rojas, con el apoyo del ex ombudsman capitalino, Luis de la Barreda. Ciertamente, cualquier acción promotora de la verdadera autonomía judicial es bienvenida.
GOBERNANZA, LA NUEVA RESPUESTA
¿Cuál es el principal desafío que enfrenta hoy un Estado democrático? Si pensó en desarrollo sustentable o globalización, sin duda está muy cerca, pero no llegó al punto exacto. La vertiginosa era tecnológica o del conocimiento y las nuevas realidades geopolíticas exigen a los gobernantes del mundo novedosas formas de conducción y manejo del poder.
La gobernanza es la respuesta. Es el eje fundamental para el desarrollo de las ciudades inteligentes y sustentables, a través de acciones vanguardistas de participación ciudadana y consensos sociales. La tradicional “gobernabilidad” considera que el Estado debe gobernar a sus gobernantes, pero hoy la “gobernanza” implica gobernar con sus gobernantes. Los paradigmas nacionales y globales deben atender a estrategias innovadoras entre gobiernos y sociedades.