México padece un desarrollo des-sostenido. No se ven límites a la imparable informalidad frente a la raquítica formalidad en las diversas actividades a escala nacional. Conste que no es pesimismo, simplemente, realismo derivado de la observación objetiva. ¿Cómo hacer para que las reformas legales y el Pacto por México representen las motivaciones de la nación, y no solamente las razones del gobierno? Porque lo que verdaderamente nos mueve son los motivos, no las razones. Sabemos que las mejores decisiones, privadas o de gobierno, se toman siempre desde la serenidad, desde ese estado de calma reflexivo, sin angustia. ¿Será que los mexicanos gozamos de tan escaso estado de serenidad en estos momentos? Analicemos el contexto del futbol, pues son demasiadas las personas que nutren la pasión o interés por este deporte desde su ambiente familiar, profesional y social. El desastroso desempeño de la Selección Mexicana afecta el ánimo general, aunado a la crisis de inseguridad y el deterioro económico. La frustración, angustia y desánimo están pesando sobre los hombros de todos.
No nos referimos a las afectaciones de salud mental expuestas por Juan Ramón de la Fuente, quien informó que una tercera parte de la población adulta ha padecido en algún momento de su vida un trastorno mental: los hombres presentan prevalencias más altas de cualquier trastorno que las mujeres (30.4 frente a 27.1 por ciento).
Nos referimos a otro padecimiento de salud pública nacional: la carencia de autoestima de mexicanas y mexicanos. A ese estado anímico resultado del conjunto de frustradas expectativas, percepciones, pensamientos, sentimientos y tendencias negativas de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, consecuencia de estados psicológicos de impotencia y debilidad para atraer el triunfo.
La Selección Mexicana no mete los goles necesarios para llevarnos al Mundial, pero la selección política nacional tampoco hace lo necesario para mejorar la economía y ganarle a la pobreza.
Los que saben de economía dicen que el 2013 será un mal año para México. Si bien nos va, el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá alrededor de 1 por ciento.
Recesión económica, política y futbolera.
Hay recesión cuando dos trimestres consecutivos reflejan crecimiento económico negativo; cuando seis meses seguidos el PIB se reduce y el dinero ganado alcanza para menos.
El gobierno federal insiste en que México no está en recesión, sino en un momento de debilidad de crecimiento y en un escenario de desaceleración ligado a un bajo crecimiento económico en Estados Unidos.
Tomemos consciencia de un simple ejemplo: Canadá no va al Mundial, pero tendrá que conformarse -hasta hoy- con tan solo 20 premios Nobel y contar con uno de los niveles más altos de calidad de vida en el mundo. ¿Importa si los van a extrañar en Brasil 2014?
No se requiere dar rango constitucional al derecho a perder ni al derecho al ridículo. México está obligado a recuperar su autoestima, inculcándola positivamente en todas las niñas y niños para fortalecer su ánimo como futuras generaciones, con el fin de que empecemos a ser la mejor versión de nosotros mismos.
Carlos Requena
Derecho Reservado | El Economista
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