La realidad se impone, provocando que nuestra visión del heroísmo se mueva a niveles más terrenales para comprender.

Enhorabuena por los héroes que nos dieron patria y libertad…, pero también por los que hoy nos dan lecciones de humanismo y solidaridad.

En la niñez, impulsados por las fantasías propias de la edad y las de un sistema ávido de arquetipos épicos, creíamos que los héroes eran seres ajenos a la vida cotidiana, con historias y hazañas increíbles. La historia oficial describe así a todos esos personajes heroicos que ocupan las páginas de los libros de texto y son recordados cada 15 de septiembre desde el balcón presidencial.

Pero la realidad se impone, provocando que nuestra visión del heroísmo se mueva a niveles más terrenales para comprender, como afirmaba el estadista inglés Benjamin Disraeli, que a menudo la mayoría de los héroes son desconocidos.

Hace 17 días, la explosión de una pipa de gas y el colapso del hospital infantil de Contadero en la ciudad de México, dejó incompletas a varias familias y sumió a otras en la desesperación; pero también, ante toneladas de escombros, descubrió memorables lecciones de vida. Poco a poco surgieron testimonios de hombres y mujeres, de adultos, jóvenes, e incluso niños, que en los peores momentos actuaron para salvar a otros. Afloraron héroes y heroínas con nombre y apellido.

La proeza de al menos 106 personas fue condecorada por el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, en un acto que distinguió heroísmos verdaderos y presentó a una ciudad que necesita y valora el compromiso, el reconocimiento y la fraternidad. Recordemos que Nueva York reconoció la actitud valerosa de 343 bomberos y paramédicos que murieron tras el acto terrorista contra las Torres Gemelas, y París distinguió públicamente a Lassana Bathily, el joven migrante de Malí que salvó a seis personas en el supermercado atacado por un yihadista.

IMPORTANCIA DEL RECONOCIMIENTO

Los sentimientos son una manifestación humana de la que no podemos prescindir si queremos promover el desarrollo integral de las personas y la nación. Muchos héroes de la ciudad de México no son el tipo de personas que suelen competir por los grandes galardones nacionales como la medalla Belisario Domínguez, la condecoración Miguel Hidalgo o la orden del Águila Azteca. Sin embargo, el mérito de esos seres admirables no es menor, y reconocerlo es un gran paso para reconstruir el tejido social que tanto urge en nuestro país, sobre todo si admitimos que la participación social es columna vertebral para la gobernanza eficaz.

Si esos bomberos, enfermeras, médicos, camilleros, rescatistas, estudiantes y vecinos decidieron mantenerse en el lugar de la explosión para reducir el saldo de muertos y heridos, ¿por qué no convencernos de que existen muchos mexicanos más que, en situaciones menos extremas, pueden comprometerse y colaborar en favor del prójimo? La gente que se siente apreciada posee actitud positiva, mayor confianza en sí misma y habilidad para contribuir y colaborar con su sociedad.

Para ser héroe no es necesario ser una celebridad. Mancera pone el ejemplo al reconocer a mexicanas y mexicanos. Su perspectiva constructivista en favor del mérito y del reconocimiento humano genera interacción social como elemento básico para aprendizajes significativos.

Leyes para tu Bien.