La gendarmería, un huevo muy cacareado

Aunque existe, con diversos nombres, en un centenar de países, por mucho tiempo el concepto “gendarmería” no fue familiar en México. Al menos no lo había sido hasta el último par de años, periodo en el que el plan fue planteado, modificado… y pospuesto una y otra vez.

En un principio, las versiones indicaban que este proyecto, emblema del sexenio en materia de seguridad, entraría en funciones en julio del 2013, pero no fue posible. Hubo que esperar otro año y todo indica que un poco más.

A principios de este mes, por un informe que la Secretaría de Gobernación envió al Congreso mexicano, supimos de la inversión de más de 1,100 millones de pesos para la creación de cerca de 4,000 puestos de la nueva División de la Gendarmería, los cuales se sumarían a las 1,072 plazas aportadas por la Policía Federal.

Nos enteramos también de que otros 982 millones se usaron para instalaciones, capacitación y pago de becas; que los cadetes seleccionados se alistan en San Luis Potosí, Sonora, Veracruz, Chihuahua y Sinaloa, y que del presupuesto autorizado para este año (4,500 millones de pesos) faltaban por aplicarse más de la mitad.

Ante el nuevo retraso y sin mayor explicación, las autoridades prometieron nueva fecha, menos precisa pero más próxima: a más tardar a principios de agosto.

Aun ante su inminente entrada en vigor, la información ha brotado a cuentagotas y ha cambiado varias veces. El problema de tal desorden de datos y de plazos es que los ciudadanos no atinamos a concebir los alcances de una Gendarmería Nacional que tendrá la alta misión de combatir la corrupción y proteger sectores económicos e instalaciones estratégicas en momentos en los que la inseguridad y la violencia son los principales dolores de cabeza de los mexicanos.

Dicen que no hay una segunda oportunidad para crear una primera buena impresión y creo que en este caso, al menos la posibilidad de lograr un impacto inicial positivo ya se ha perdido. Los mexicanos ya no queremos más dudas, necesitamos respuestas. Más allá de la incertidumbre de las cifras y de las fechas, deseamos tener certeza en un proyecto de esta magnitud porque, de no ser así, en qué o en quién podríamos confiar.

EL GRAN PREMIO, LA GRAN NOTICIA

En el Autódromo Hermanos Rodríguez de la ciudad de México ya rugen los motores de la categoría élite del automovilismo mundial: la Fórmula Uno. El Gran Premio de México retorna en el 2015. Para ello precisamente fue construida esta pista hace más de medio siglo; para ver correr a pilotos que hacen historia como Ayrton Sena y Niggel Mansell, el último en subirse a un podio mexicano hace 22 años.

Por lo que nos han anunciado los gobiernos federal y del Distrito Federal, así como la empresa responsable, CIE, podemos esperar que la inversión quinquenal de alrededor de 360 millones de dólares genere una derrama económica de 2,000 millones de dólares y más de 18,000 empleos. Buenos números, mejores augurios.

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