Vivir en democracia, en contextos de diálogo, debate y sana libertad, tiene muchas virtudes, aunque resulta muy complejo. Sin embargo, vivir así también entraña muchos riesgos ante las tentaciones populistas que, desde la demagogia y las falsas promesas, atacan el bienestar y seguridad general, con la finalidad de privilegiar solo las vanidades y bienestar individual de unos pocos.
Las redes sociales, y su poder transformador, hacen que la gente sea la fuente más importante de información por sí misma, sin importar su aspecto cualitativo. Pero, ¿Cómo generar vínculos interpersonales en lo social, si actualmente todo está digitalizado y cuestionado? Es evidente que dominan los antivalores, esos individualismos egoístas a ultranza, en un mundo socio-digital que cada vez más produce tecno-estrés e incongruencia. Cierto, porque ahí la percepción es realidad digital.
Escuchar a profesionales de la comunicación resulta interesante, como Federico Isuani, quien motiva a reflexionar sobre las nuevas tendencias comunicativas. Antiguamente, en cada interacción había una discusión donde los medios masivos de comunicación hablaban y la gente solo escuchaba; antes la discusión era unidireccional. Hoy es evidente que el diálogo y el debate son transmitidos en forma bidireccional. Incluso, cada vez son más frecuentes las preguntas como: ¿Qué usted sabe más que Goolge? Otro ejemplo; todos coincidimos en que los modelos educativos tradicionales son ineficientes y están siendo cuestionados, pues ahora los propios alumnos son también una fuente de información. Por eso ahora los maestros preponderantemente guían y dirigen la información, pero ya no solo enseñan.
La gente ha perdido la capacidad de discernir la información válida, de la que solo es data. A las fuentes tradicionales de información, otrora revestidas de credibilidad o solvencia moral, hoy se les compara, iguala y concede el mismo valor que a cualquier otra fuente de información. Parece que estamos inmersos en un cúmulo de lenguajes hipnóticos diversos, propios del mundo digital.
Adicionalmente, reconocemos cambios en las relaciones con el trabajo y frente al trabajo; por ejemplo, los millennials son más productivos en ambientes time-off; situación que sus antecesores, los workaholics ochenteros, no comprenden. Las generaciones anteriores a los millennials, asumen que están tratando incansablemente de salvar y controlar al mundo desde sus cargos políticos y empresariales, sin darse cuenta que se quedaron atrapados en los 80´s. No notan que sus hijos ya no usan reloj, salvo los smartwatchs, siendo la función de reloj la menos apetecible para ellos.
Tal parece que la capacidad de ser ciudadano, miembro integrante de la gente, se mide ahora por la capacidad con la que nos expresamos en las redes sociales. En este contexto, lo fundamental es la recarga de datos para comunicarnos y vivir en lo social, para sentirnos parte de este mundo.
Los líderes y los influenciadores en lo social tratan innovadoramente de transformar la realidad, a fin de que lo estratégico sea la segmentación social de las vías de comunicación. Saben que la misma noticia, original, puede ser enviada, a su vez, a cada segmento social en diferentes formas y vías, con el objeto de proyectarla por todos lados, en espera de las reacciones bidireccionales o respuestas de la gente. Ya no hay que centrarse ni concentrarse en una sola red social, sino en lo que se está comunicando, tenga valor o no, sea cierto o no. Además, todo lo que se es, se hace y se dice, debe adaptarse en una pantallita propia de los smartphones. En efecto, como aseguran los comunicólogos, entre ellos Isuani, el contenido sigue siendo el Rey, pero los algoritmos -decimos nosotros, son los príncipes y ejércitos del reino, cuya matemática conforma la comunicación misma.
No todo contenido es relevante para la gente, pero manipulándolo o transformándolo se le puede asignar o reasignar a un segmento y, como resultado, dicho contenido pasa a ser relevante para dicho segmento u otros, siempre que alguien domine la técnica de cómo generar emociones por vías digitales. Por ello están cobrando mucha relevancia los sociólogos y psicólogos en el mundo digital, pues tales ciencias conocen el espíritu humano y cómo influir en las emociones, más allá de los emojis de moda.
El gran desafío de los líderes y políticos en la actualidad es lo que escriben y comunican para que la gente los escuche y tenga interés en dialogar con ellos digitalmente. Pues, como se dice, “el pensamiento no delinque”. Nótese que los algoritmos de La Red también pueden castigar, relegar o redefinir la segmentación de que cada miembro, o de la gente, en las redes sociales.
Dicen los que saben que nada sube ni se vuelve viral en forma natural, pues generalmente hay detrás una verdadera estrategia socio-digital, que la gente ve como algo espontáneo, sin serlo en realidad.
Entonces, ¿de qué tipo de democracia hablamos? La gente o público en general, conformado por los usuarios, ha evolucionado y se actualiza velozmente en el mundo digital. Esa gente está afrontando y enfrentando, consciente o inconscientemente, no solo a las emociones digitales, sino a la poderosa inteligencia digital o artificial. Pero, ¿los políticos y líderes estarán escuchando con inteligencia? ¿Inteligencia propia o ajena? Y, en caso afirmativo, ¿a quiénes escuchan y con qué propósito? ¿Para fomentar el bien común o para su única egoísta intención de manipulación y dominación social? ¿Quién tiene hoy la capacidad de escucha total? ¿Conviene saber quién o quiénes? Las posibles respuestas causan ansiedad e incertidumbre.
Lo digital, por sí mismo, nunca generará realidad, pero la generación artificial de diálogos, para generar relaciones digitales y luego estrategias de amplificación social-digital, sí. No nos referimos aquí al mero fenómeno de SEO SEM y las novedosas tácticas de mercadotecnia digital en buscadores web, como una forma de mercadotecnia en Internet que busca promover los sitios web mediante el aumento de su visibilidad en las páginas de resultados del motor de búsquedas. Nos referimos a la nueva generación de poderosísimos científicos sociales que están haciendo de la Democracia un juego de chats, apps, bots y emojis dentro de un ambiente de inteligencia artificial-digital para conformar #NacionalismosEmergentes y nuevas relaciones del poder entre lo público y lo privado, lo accesible y lo inaccesible, entre la verdad y la falsedad.
Las redes sociales son un impulso social ilimitado y poderosísimo. Luego entonces, ¿en qué contexto estamos? ¿Somos parte de esa gente? ¿Cómo protegernos o escapar del nocivo tecno-stress? Quizá toda esta incertidumbre en lo social, combinada con otros factores como el hartazgo social, violencia, impunidad, corrupción, delincuencia, etc., es propicia para que unos pocos se aprovechen produzcan perversiones en agravio de otros muchos, precisamente en esta era de los #PopulismosEmergentes, causantes de autoritarismos y dictaduras.
Vivir en democracia constitucional, con un régimen de sanas libertades, donde las emociones humanas nazcan, crezcan, fluyan y se desarrollen espontáneamente, y la razón y la verdad sean privilegiadas por los líderes y políticos, sí es posible. Promovamos #PorLaLibertadMx.
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