Una estrategia que empieza a destacar en la ciudad de México (CDMX), por su efectividad para abatir la delincuencia y rescatar la calidad de vida de la ciudadanía, es el denominado Operativo Rastrillo.
Este Operativo, puesto en marcha desde agosto pasado por la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), a cargo de Jesús Rodríguez Almeida, está generando una positiva cultura policial. Rastrillo es una novedosa técnica de barrido policiaco desplegada en barrios y colonias capitalinas, para inhibir las faltas y delitos en zonas identificadas como conflictivas. La acción policiaca es estrictamente preventiva y diseñada para el cumplimiento de la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal, en favor de las reglas mínimas de comportamiento cívico y el respeto a las personas y los bienes públicos y privados.
Se despliega esencialmente en zonas urbano-populares y contempla acciones como retirar de la vía pública a personas intoxicadas con alcohol, drogas y enervantes o que escandalizan y, en general, a quienes afectan derechos civiles de la población. Hasta el momento, han sido presentadas al juez calificador —según datos oficiales— casi 5,000 personas por infracciones cívicas, de las cuales 216 han terminado ante el Ministerio Público por la comisión de algún delito.
Como resultado, la incidencia de disparo de arma de fuego y los homicidios han disminuido 35%, se han retirado cientos de automóviles abandonados en las calles y liberado espacios públicos para devolverlos al ciudadano. Con el Operativo Rastrillo la gente siente y percibe más seguridad, al ver a sus policías poner orden en las calles.
Gracias a los gabinetes de seguridad pública instalados por instrucciones del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, en cada una de las 16 delegaciones de la ciudad de México, la cercanía entre autoridades civiles, policiacas y vecinos se está estrechando. Esto permite una mejor coordinación cotidiana, identificar zonas de riesgos sociales y lugares con alto grado de conflictividad. El objetivo es gestionar soluciones a los problemas que dificultan la convivencia social y lograr que la policía sea percibida como factor de integración.
Orden y seguridad: las calles son prioridad
La seguridad es una construcción entre gobierno y ciudadanos. El objeto de las acciones de la seguridad pública ya no es sólo del orden público, sino del ciudadano mismo. Tal seguridad no es la simple ausencia del delito, sino también el bienestar y el libre ejercicio de derechos y obligaciones de los habitantes.
Al ser la seguridad un derecho humano, el gobierno se ve obligado a contemplar mecanismos de participación ciudadana, pero sin transferir la responsabilidad policial a la comunidad. El Operativo Rastrillo está demostrando voluntad política, labor de inteligencia policial, administración de recursos materiales, capacitación y renovada cultura policial, organización, funcionamiento y operación coordinada, además de mejoramiento en la relación entre policías y ciudadanos. La seguridad es una de las responsabilidades más sensibles para cualquier gobierno. Ojalá este nuevo modelo policial recupere la confianza ciudadana, dignifique a los policías y logre una sana convivencia en y desde las calles.