En cuestión de risa, cualquier persona es tan solo un mamífero. Con este señalamiento, la neurocientífica cognitiva Sophie Scott comenta en TED (Why we laugh? 03/2015) que a diferencia de lo que muchos creyeron alguna vez, incluido Nietzche, la raza humana no es la única que ríe. También lo hacen los chimpancés, los perros y las ratas. Se trata de un sistema evolutivo de todos los mamíferos, que nosotros hemos convertido en eficaz recurso para crear y mantener vínculos sociales y, principalmente, para sentirnos mejor.
La ciencia y la evidencia lo confirman. Reír es terapéutico y muy saludable, física y socialmente. Algunos de sus beneficios generales son: favorecer la secreción de “hormonas de la felicidad”, mejorar la tensión arterial, promover el bienestar general, reducir el estrés y estimular la productividad.
Si nos concentramos en los animales racionales, los mexicanos han demostrado ser unos mamíferos muy especiales. La relación con la risa es parte esencial del ritual en México, como lo describía Octavio Paz. Los mexicanos son célebres por su osadía de burlarse de la muerte, de tutearse o invocar a los muertos. Son una especie singular que aplica el humor como antídoto favorito en los momentos y situaciones más álgidas de la vida personal y nacional.
Según Robert Provine, psicólogo de la Universidad de Maryland, el verdadero sentido de la risa es comunicarnos con los demás. Cuando socializamos con otras personas, la probabilidad de reír se multiplica por 30. Es un comportamiento social que ayuda a expresar emociones y empatía.
Esta función mamífera ha sido la clave del éxito de las zarzuelas y del teatro de revista. Adicionalmente, nótese los personajes icónicos del cine y la televisión que, con los poderes del humor y la alegría, vencían a la pobreza, la injusticia y la ignorancia. Quizá sea este mismo propósito el que ha propiciado que los clásicos chistes, las máscaras y hasta las piñatas, hayan sido reemplazados por los memes y videos como las vías más socorridas para cubrir o encubrir tragedias, tropiezos, frustraciones y los peores dolores personales o nacionales con un manto de humor tan reconfortante como efímero.
Así, aunque las eternas formas de violencia, impunidad, corrupción y las derrotas de la selección nacional de futbol estén “para llorar”, los mexicanos prefieren asimilarlas con risas y aparente buen humor.
URGEN SONRISAS INSTITUCIONALES
Más que un estímulo vinculado a su condición de mamíferos, para los mexicanos el humor es una cultura que sublima emociones y esconde impotencias o frustraciones. A mayor amenaza, más risa; quizá como una relación parecida a la que tenemos con la muerte: nos burlamos de ella para ocultar que le tememos.
En el contexto actual, sea cual sea el terrible destino del país, los mexicanos terminarán tomándolo con humor aparente. Quizá podríamos darle a esta habilidad un enfoque propositivo. Por ejemplo, ¡reconocer el valor de la alegría y la búsqueda de la felicidad como parte fundamental de la reforma educativa, y desarrollar estas habilidades para sonreír como herencia sincera para las nuevas generaciones!
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