Ser independiente, coyuntura imposible

En medio de expectativas inéditas e inseguridad desbordante a nivel nacional, el 7 de octubre arrancó formalmente el proceso electoral 2014-2015. Se disputarán 2,051 cargos públicos federales y estatales, incluidas nueve gubernaturas, 500 diputaciones federales y más de 900 presidencias municipales. Inciertos son el rumbo y destino de la nación.

Al debut del Instituto Nacional Electoral se suma la promesa del presidente de su Consejo General, Lorenzo Córdova, de que serán las elecciones más transparentes y equitativas de la historia. Y las más costosas, agregaríamos. Su promesa no será fácilmente alcanzable; las aguas en las que navega el barco ciudadano son cada vez más turbulentas. Tráfico de influencias, corrupción e impunidad dificultan la visibilidad hacia un mejor futuro y desgastan la confianza hasta agotarla.

Existen enormes recursos para una buena travesía electoral, lo mismo que voluntad de muchos; sin embargo, varias anclas, representadas por los partidos políticos, resultan muy pesadas. Ejemplos los hay, y no sólo en el contexto de casos como la presunta responsabilidad del alcalde con licencia de Iguala, José Luis Abarca, por actos delictivos y autoritarios, y su supuesta vinculación con la desaparición de 43 normalistas en ese municipio guerrerense invadido por tremenda indignación; una de las innumerables gotas que derraman el vaso de la esperanza en el país.

¿Qué clase de políticos nos ofrecen los partidos? La partidocracia mexicana y su deformación sistemática de la democracia han fomentado que las oligarquías partidistas asuman el control de las elecciones. Mientras tanto, surgen cada vez más expresiones de hartazgo frente a esos institutos políticos y ningún acto de contrición resultará suficiente para apaciguar las numerosas conciencias civiles ofendidas.

Forzada bienvenida ofrece el panorama nacional a las candidaturas independientes; figura que por primera vez, desde 1946, aparecerá en elecciones federales. En el marco de abusos e injusticias, muchos políticos no le tienden voluntariamente una alfombra roja a esta nueva opción de participación ciudadana, fruto de la reciente reforma electoral. Lo cierto es que estas candidaturas se legitiman más, mientras más lejos estén de los partidos.

Por ahora el recorrido de las candidaturas ciudadanas es tortuoso. Muy difícil será para un independiente aspirante a la Presidencia recabar las firmas de 1% del electorado nacional, y que alguien consiga las rúbricas de 2% del padrón de un estado o distrito para ser senador o diputado federal. Pero algo sí queda claro para los postulantes independientes: sus poderosos competidores, los partidos políticos, les están allanando el camino.

GOBERNANZA METROPOLITANA

Muy atinado el llamado del Instituto Mexicano de la Competitividad para replantear el rol de cada nivel de gobierno en el país. A juicio de la directora de Competitividad Urbana, Gabriela Alarcón, los estados y municipios han fallado en su gestión y en la gobernanza del territorio, sobre todo en las ciudades. La Federación, asegura, es un mal necesario. “El gobierno federal necesita poner orden para que la gobernanza metropolitana no dependa de convenios inestables ni de comisiones metropolitanas sin dientes, donde los expertos opinan, pero no aterrizan”. Totalmente de acuerdo.