Más allá de cuestiones religiosas o preferencias espirituales, la humanidad se congratula hoy de tener a un verdadero aliado, a un líder mundial, materializado en el papa Francisco. Su mensaje navideño trasciende los límites de la Iglesia católica para conformar un auténtico mensaje universal dirigido no sólo a la curia romana, sino a toda la clase política y gobernante en el planeta.
Las palabras del pontífice son claras y contundentes, aplicables a la raza humana sin excepciones, al afirmar: “Una curia que no se autocritica, que no se actualiza, que no trata de mejorarse, es un cuerpo enfermo”. Cierto, en este sentido el mundo está lleno de estados enfermos, gobiernos enfermos, gobernantes enfermos, personas enfermas. “Esto deriva de la patología del poder, del complejo de sentirse un elegido y del narcisismo”, añadió.
El liderazgo de Francisco no se trata sólo de formas, evidenciadas en su rechazo a usar la limusina papal, los zapatos rojos y el anillo del pescador de oro. El papa aborda asuntos de fondo y hace mucho ruido de gran calidad que a muchísimos incomoda. Es un líder ejemplar, esa especie escasísima de hombres de bien.
En México la reflexión papal encaja perfectamente -como anillo al dedo- y llega muy a tiempo ante la enfermiza burocracia política y eclesiástica. Con duros diagnósticos de Alzheimer espiritual, esquizofrenia existencial y endurecimiento mental, el sucesor de Pedro reprocha la doble vida, fruto de la hipocresía, la dependencia hacia las pasiones y caprichos, la construcción de muros, el oportunismo, la rivalidad, la indiferencia y la acumulación de bienes materiales de algunos curas. Tal análisis constituye un vehemente acto de contrición institucional que a muchos obliga a ponerse el saco, literalmente, sean religiosos o civiles.
La Iglesia mexicana también enfrenta desafíos muy serios como el asesinato de sacerdotes (nueve de ellos en los últimos 12 meses), acusaciones de pederastia, encubrimientos y falta de legitimidad que reclaman acciones y solidaridad de los presbíteros. Afortunadamente el buen ejemplo y mensajes pontificios motivan nuevos liderazgos, como es el caso del cardenal José Francisco Robles, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien tiene sensibilidad para escuchar el reclamo del papa y coadyuvar para que las reformas pontificias cobren vigencia y fuerza congruente en nuestro país. Pero habrá que tener cuidado por las muchas resistencias de curas y arzobispos que, por miedo o intereses personalísimos, preferirán mantener su estado de confort, en lugar de sanar y cambiar valientemente.
INMORTALES E INMUNES
El papa Francisco enfatizó como el mal principal “el sentirse inmortal, inmune o indispensable”; además de la vanidad, ambiciones excedidas, terrorismo de los chismes, hipocresías, entre otros. Interesante, el papel que jugará la jerarquía de la Iglesia católica en México frente a los desafíos impostergables y el ultimátum para avanzar en la paz y en la justicia para todos.
Urge recuperar la confianza, construir puentes de comunicación, reconocer los propios errores, enmendar el camino y crecer juntos. El 2015 es la oportunidad para apoyar los auténticos liderazgos; a esas personas dignas de seguir por sus valores, probidad, buen ejemplo y congruencia. Leyes para tu bien.